Una vez, un Hambriento León
invitó a un Asno a cazar. Una vez reunidos, éste le dijo: "Escóndete en la
selva amigo Asno y rebuzna lo más fuerte que puedas." El León observando
los lados de la Selva y dijo: "Yo me esconderé en aquel agujero de salida.
Cuando los animales estén asustados por tu rebuzno, huirán hacia allá y los iré
cazando uno tras uno." Tras esto, ambos pusieron en practica lo acordado.
Al pasar el rato, la treta funcionó muy bien. Cuando el León ya tuvo
muchas presas, el Burro salió de su escondite para acercarse al León y
preguntarle: "¿Que tal lo hice señor León?" "Muy buen trabajo
amigo Asno." - Dijo el León - "Ni yo mismo hubiera tenido tanto susto
de no saber que eras un simple Asno.
" Moraleja El miedo no
te llega, si sabes de donde viene“.
El
león y el ratón
Dormía tranquilamente un león, cuando un
ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente
atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara,
prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a
reir y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores
apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol.
Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar
y royó la cuerda, dejándolo libre.
-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste
de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno
que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
Moraleja
Nunca
desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las
cumplirán.
La
zorra y el cocodrilo
un día la zorra y el cocodrilo
sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca
de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían
llegado a ser los guardianes del gimnasio.
-- No es necesario que
me lo digas -- replicó la zorra --; las cualidades de tu piel demuestran
muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.
Moraleja
Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la
mentira.
El astrónomo
Tenía un astrónomo la costumbre de pasear
todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la
ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo.
Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus
lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en
el cielo y no ves lo que hay en la tierra?
Moraleja
Está
bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde
se está parado.
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